Los dedos, las cervicales e incluso la calidad del sueño pueden resentirse por la sobredosis de smartphone.
Los teléfonos son inteligentes, pero el modo de usarlos no, y deja secuelas. Algunos médicos hablan ya de la wasapitis para referirse al dolor intenso que aparece en los pulgares por teclear mensajes sin parar. Ocurre porque se inflama el tendón que controla el movimiento que flexiona los dedos. Para tratarla, no valen los medicamentos y hay que aplicar una medida radical: limitar el uso del celular.
La postura que adoptamos para mirar la pantalla es, a la larga, la principal fuente de lesiones. Las cervicales están diseñadas para soportar la carga de la cabeza, pero si la inclinamos 60 grados, tiene que sostener un peso de 27 kilogramos, cinco veces más que si la mantenemos erguida. Si esta postura persiste durante horas, se sobrecargan los hombros o el cuello, y con el tiempo pueden registrarse alteraciones en la columna cervical.
Por otra parte, fijar la atención en la pantalla mucho tiempo contrae los músculos suboccipitales, que situados en la base del cráneo facilitan el movimiento de la cabeza. Esto da lugar a cefaleas e incluso sensación de mareo.
Si lo que notas son dificultades respiratorias, es probable que se deba a la postura que adoptan muchas personas mientras escriben sentadas, con el tronco inclinado. En esta posición se cierra el tórax y disminuye la capacidad pulmonar, lo que puede suponer el origen de una cadena de efectos; el primero, la disminución de la calidad del sueño. Este, a su vez, alimenta la ansiedad que ya de por sà propicia el abuso del teléfono.
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