El Amor Cambia Todas Las Cosas Por: Any Aular
El tiempo que dedicamos a los demás nunca es tiempo perdido. Siempre he sido una mujer muy activa, asà que después que mis hijos crecieron y dejaron el hogar, decidà buscar empleo. Después de pensarlo decidà convertirme en chofer de un autobús escolar. Para mà era el trabajo perfecto, me encantaban los niños y además sabÃa manejar. Claro que me costó un poco acostumbrarme al tamaño del autobús, pero para comienzos del año escolar ya lo dominaba. Asà fue como comenzó mi aventura con estos niños. Cada año escuchaba sus historias y sus problemas, cantaba con ellos durante los largos recorridos e incluso los atendÃa cuando se sentÃan mal. Por supuesto, cada año llegaban niños nuevos. Recuerdo muy bien que durante el cuarto año que llevaba trabajando, llego un niño de 8 años de  mirada reservada, tenia ojos grises y cabello rubio, y se llamaba Charlie. Charlie fue un verdadero reto para mà desde el comienzo. Siempre buscaba problemas con los demás, y sin importar cuánto me esforzara, siempre me rechazaba. Me enteré que su padre habÃa muerto y su madre lo habÃa abandonado, asà que comprendà su actitud y me esforcé aun mas en darle amor, pero nada funcionaba. Aquel año los niños me regalaron tarjetas dándome las gracias por ser parte de sus vidas, y una niña me obsequio un llavero, era un corazón rojo de metal que decÃa:"Yo amo a Polly y ella me ama". Lo colgué cerca de la entrada del autobús para tenerlo a la vista. Una tarde, mientras los niños se sentaban en el autobús,  me demoré un poco más, pues estaba  conversando con la directora del colegio, y cuando entré, noté que el llavero habÃa desaparecido. Pregunté en voz alta quién habÃa sido. Todos culparon a Charlie, pero él lo negaba rotundamente. Asà que todos pidieron que revisara sus bolsillos, por lo que fui hasta él para revisar. Cuando metà mi mano sentà el corazón de metal, entonces miré fijamente a Charlie y decidà no decir nada, querÃa darle otra oportunidad, asà que no lo delaté, esperando que mi acción le hiciera sentir que de verdad me importaba. Desde aquel dÃa Charlie no apareció más, y una gran tristeza me embargó el corazón. Pasaron los años y me dediqué aún con más ahÃnco a ayudar a cada niño que llegaba nuevo, pero nunca olvide al pequeño Charlie. Un dÃa, 12 años después de haberme retirado, me encontraba de paso en una tienda del pueblo cuando escuché que alguien me llamó. Volteé y miré a un hombre de mediana edad de cabello rubio y grandes ojos grises, no podÃa creerlo, era Charlie. El se acercó y me abrazó diciendo: "¡Polly, eres tú!". Me contó que vivÃa en Montana, se habÃa casado y tenÃa una familia y un negocio próspero. Y entonces sacó de su bolsillo aquel corazón rojo extraviado hace años que decÃa: "Yo amo a Polly y ella me ama", y con lágrimas en los ojos dijo: "Gracias porque nunca te diste por vencida conmigo, tu cambiaste mi vida". Me volvió a abrazar y luego se fue. Ahora sé que el tiempo que dedicamos a los demás no está perdido. Pauline Burgard
Esta hermosa historia nos habla del poder del amor y de cómo nuestras acciones pueden cambiar la vida de alguien más.  El tiempo que dedicamos a quienes nos rodean, familiares, amigos y vecinos, siempre rendirá sus frutos. Asà que no nos demos por vencidos  ni nos desesperemos, actuemos movidos por el amor, porque el amor transforma todas las cosas. ¡Que Dios te de un Feliz DÃa!
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